La Familia como Factor Protector o de Riesgo del Aprendizaje y Desarrollo en general de los Niños y las Niñas

     Toda familia forma y educa al niño o la niña de acuerdo a su particular modo de vida, el cual está influenciado por la realidad social, económica e histórica de la sociedad en la que se encuentra inserta; no obstante, existen diferencias en las prácticas educativas parentales según sea la dinámica desarrollada en el grupo familiar. 
     
     En consecuencia, el proceso adquiere características particulares, colocando a esta Institución, como el actor facilitador o inhibidor más importante en el desarrollo y aprendizaje de la persona.   

Sobre lo anterior, es posible, distinguir tres tipos o modos de actuación familiar, el primero, una  actuación represiva y autoritaria con matices de un dejar hacer, el cual enfatiza como elementos característicos la obediencia, los castigos físicos, los premios materiales, la comunicación unilateral y la autoridad del adulto significante, entre otros. En el segundo, predomina una actuación familiar de tipo posicional, que se caracteriza por una toma de decisiones que dependerá del status que ocupen los miembros al interior de la estructura; de igual forma, existe un sistema de roles y control cerrado que limita el desarrollo personal y la autonomía del niño o la niña.

Cabe señalar, que en ambos modos de actuación, se evidencia una relación de poder, control, obediencia y sumisión que da origen a ciertas actitudes educativas de padres a hijos/as, como por ejemplo: (a) fomentar la obediencia como máxima virtud humana, (b) valorar al hijo o a la hija como un ser siempre inmaduro por ende se les trata como si fueran más pequeños/as de lo que son en realidad y (c) impedirles tener iniciativas por miedo a que se equivoquen, o por el contrario, asumir una actitud permisiva manifestándose una continua tendencia a transigir con el hijo/a, a conceder todo capricho, a dejar hacer, entre otras.

Asimismo, estos dos modos de actuación están conformados por una serie de mensajes poco nutritivos y contradictorios, anclados en castigos físicos, peleas y descalificaciones, que conlleva al niño o la niña a confusión y se traduce en comportamientos incongruentes, depresión, baja autoestima, inseguridad, apatía..., con repercusiones en el rendimiento académico y escasa competencia social. 

Por otro lado, el tercer tipo de actuación familiar que destaca es la personal-participativa, en la misma se acentúa la participación, las recompensas no materiales y los castigos simbólicos, la comunicación en forma de diálogo y la atención de las necesidades de los niños y las niñas. 

De igual modo, predomina un sistema de toma de decisiones de carácter colectivo, permitiéndose la libre expresión del yo y la autonomía. En este sentido, hay respeto de sí y del otro, se atienden las necesidades propias y las ajenas. Se tiene un sistema de roles abierto, los padres se acercan y entienden las situaciones desde otras perspectivas, saben escuchar y son empáticos. Saben cuando acercarse y cuando retirarse, son productivos y efectivos.

Se plantea también, la importancia de controlar el comportamiento examinando los motivos personales e individuales. El niño o la niña participan en el proceso de selección de contenidos, eventos y situaciones para interpretar su mundo desde una perspectiva autónoma, lo que le permite el desarrollo personal y una participación familiar, escolar y social adecuada. 

Finalmente, cabe señalar que todas las familias, sin importar su condición social, pueden contribuir a mejorar la calidad de los aprendizajes y del desarrollo en general del niño y la niña y ello se logra con actitudes educativas parentales que posibilite en los niños y las niñas satisfacer las necesidades básicas, intelectuales y emocionales. Así se destacan las siguientes actitudes parentales:

*Posibilidad de utilizar el ambiente familiar como terreno de expresión de los deseos legítimos, es decir, explorar sentimientos, comunicar conflictos.
*Emplear actitudes no directivas en virtud de favorecer el desarrollo positivo del autoconcepto y la autovaloración.
*Favorecer un clima familiar  con la estabilidad emocional de sus partes.
*Planificar y tomar decisiones en momento de crisis, enseñándoles a enfrentar cada evento con valentía y armonía para mantener el equilibrio, la seguridad y el bienestar sin hacerse daño.
*Permitir el crecimiento de los niños y niñas sin muletas, sin perseguir con sus preocupaciones para protegerlos o calificar o desvalorizar para que ocupen los modelos que a su juicio son perfectos.


Los invito a su meditación y participación y llegue a ustedes mis ¡Gratitudes!


Ingrid Sanz
Editora
Discapacidad Digital- Derechos Reservados




 







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