TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD (Parte I)

   Han pasado más de cien años de avance notable en cuanto a la conceptualización, naturaleza, implicaciones, formas de evaluación y abordaje, desde que George Still en Inglaterra, a finales del siglo XIX y principios del XX, describiese las características de un Síndrome que, posteriormente, se denominara Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)

   Durante el paso de estos cien años, reportan las referencias, distingue, inicialmente, una visión plenamente clínica, que señala es producto de un daño cerebral adquirido, una disfunción cerebral mínima, alteración genética, o por deficiencias en vitaminas y minerales, dietas alimenticias excesivamente ricas en colorantes y conservantes, entre otros, con propuestas de tratamientos también muy diversas.
 
   Luego, en los años 60, se evidencia una perspectiva con explicaciones psicoeducativas, centrada en la conducta de las personas con TDAH, en tanto, prevalecía la creencia que era la conducta manifiesta, la única con posibilidad real y exitosa de abordaje. No obstante, en la década de los 80, confluyen las dos posturas (clínica y psicoeducativa), que de acuerdo con las referencias, continúa hoy vigente en la comunidad científica y profesional. 
 
   Tal convergencia de perspectivas -clínica y psicoeducativa-, denota que el TDAH es un trastorno de origen neuropsicológico que afecta a procesos psicológicos básicos involucrados en la adaptación socioafectiva, familiar y el aprendizaje, (inatención, ausencia de control inhibitorio de la conducta y dificultades en la autorregulación de las funciones ejecutiva) que puede darse a lo largo de toda la vida de la persona, pero se presenta, particularmente, en la edad escolar y la adolescencia; razón por la cual, se propone su abordaje desde un enfoque multidisciplinar que combine los aspectos neurofarmacológicos con los psicoeducativos.
 
   Ampliando lo antes señalado, el TDAH, en la bibliografía consultada, se devela como un trastorno intrínseco a la persona, destacándose, que es debido a una alteración del Sistema Ejecutivo (responsable de controlar los procesos necesarios para resolver problemas y conseguir objetivos futuros, en tanto, organiza e integra los procesos cognitivos), producto de un retraso en la maduración de los componentes estructurales vinculados al trastorno, que provoca disfunciones en sus componentes neuropsicológicos y, por tanto, afecta de modo directo a los Procesos Psicológicos del Sistema Ejecutivo y a sus Funciones Ejecutivas.
 
   Al hacer mención de los componentes estructurales del Sistema Ejecutivo se hace referencia a aquellos componentes del Sistema Nervioso Central implicados en el TDAH como son los lóbulos frontales, el cerebelo y los ganglios basales.
 
   En el caso de los lóbulos frontales, presumiblemente, las personas con TDAH, presentan dificultad para inhibir la conducta, mantener la atención, usar el autocontrol, establecer fines y objetivos y, posteriormente, concebir los planes de acción necesarios (reglas o instrucciones) para alcanzarlos, seleccionando, coordinando y aplicando las habilidades cognitivas necesarias para, finalmente, evaluar el éxito o fracaso de las mismas, proyectándose hacia el pasado o futuro (manipulando y transformando las representaciones internas) en función de los fines que se pretendían conseguir.
 
   Por otra parte, la bibliografía reporta que investigaciones actuales relacionan al cerebelo con procesos cognitivos. Concretamente, se comporta como un centro de procesamiento de información que llega a través de conexiones bidireccionales desde regiones encargadas de la atención, la percepción visoespacial, la memoria y la regulación de funciones ejecutivas y emocionales. En el caso de las personas con TDAH, tales procesos se encuentran alterados. Finalmente, los ganglios basales se encuentran asociados al control motor y emocional. Las personas con TDAH, se infiere, muestran una disfunción en la autorregulación de la motivación y el afecto.
 
   En otro sentido, y para finalizar según las referencias consultadas, los Procesos Psicológicos del Sistema Ejecutivo y las Funciones Ejecutivas afectados, son, los primeros: el control ejecutivo del comportamiento (factor primario en el TDAH), la memoria de trabajo, la atención, el lenguaje y su interiorización, la autorregulación de la motivación y el afecto y, finalmente, los procesos de análisis y síntesis. Mientras que las segundas: la planificación y organización, automonitorización y evaluación, flexibilidad cognitiva y la persistencia.
 
   En la próxima entrega, se estará desarrollando, los Procesos Psicológicos del Sistema Ejecutivo y las Funciones Ejecutivas afectados con el TDAH.
 
Referencias:
 
American Psychiatric Association. (2002). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4ª ed., rev). Washington, DC: A.P.A.

Baddeley, A.D. (2000). The episodic buffer: a new component of working memory. Trends in Cognitive Sciences 4, 417-423.

Barkley, R. A. (2002). Niños hiperactivos. Cómo comprender y atender sus necesidades especiales. Barcelona: Paidós.
 
Barkley, R.A. (2009). Avances en el diagnóstico y la subclasificación del trastorno por déficit de atención/hiperactividad: qué puede pasar en el futuro respecto al DSM-V. Revista de Neurología, 48 (Supl 2), S95-S99.

Brown, T. E. (2003). Trastornos por déficit de atención y comorbilidades en niños, adolescentes y adultos. Barcelona: Masson.

Goldberg E. (2004). El cerebro ejecutivo (2ª ed). Barcelona: Crítica.

Sánchez, R. y Narbona, J. (2001). Revisión conceptual del sistema ejecutivo y su estudio en el niño con trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Revista de Neurología, 33(1), 47-53.


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Ingrid Sanz

Editora

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