MANIFESTACIONES DE CONDUCTAS DE ADAPTACIÓN DISFUNCIONAL QUE COLOCAN A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COMPORTAMIENTOS POCO ASERTIVOS, DISRUPTIVOS Y VIOLENTOS. PARTE VI

   En esta sexta entrega (última de la serie) se presentarán dos manifestaciones conductuales que consienten una adaptación social poco conveniente en los niños, las niñas y adolescentes, mismas acopladas por precisos estilos parentales pocos asertivos. Tales expresiones de comportamientos son: Apatía y Pasividad e Inexactitud en la Asertividad.


*Apatía y Pasividad, los estilos parentales marcados de violencia generan, entre otros, distorsiones para quien la provoca, sobrelleva y observa. En el caso de la población infantil y juvenil, la continua exposición a la violencia puede provocar cierta insensibilidad respecto a sus efectos. Desde ello, es muy importante que la familia actúe como mediadora entre la información y los niños, niñas y adolescentes favoreciendo espacios de análisis y reflexión, asegurándose de que a través del amor, acompañamiento y la supervisión constantes, la violencia se extinga del cotidiano actuar familiar e individual.
 
*Inexactitud en la Asertividad, existen estilos parentales en los que no se propicia la adquisición y desarrollo de asertividad en niños, niñas y adolescentes. Se trata de modos de actuación en los que la identificación, aceptación y expresión de las emociones, pensamientos y deseos, propios y ajenos, no se promueve, como tampoco se procura el desarrollo normal de las emociones, las que deben contenerse de manera permanente.
 
   En familias bajo tales modos de actuación, niños, niñas y adolescentes no se sienten libres de manifestarse en su esencia; tienen un bajo autoconcepto que los/las coloca en desventaja, por lo que, frecuentemente, aceptan que sus derechos se vulneren, pero también son capaces de violentar los derechos de los demás; se encuentran limitados/as para relacionarse con todas las personas debido a que pueden ser impositivos/as y presentan dificultades para orientarse activamente al logro de sus metas.
 
  La asertividad puede definirse como la conducta que permite a una persona actuar desde sus intereses más importantes, defenderse sin ansiedad y expresar plácida y de modo coherente sus emociones. Implica, además, un profundo respeto hacia sí mismo y en los demás, al reconocer también los derechos y emociones de los otros. 
   En términos tipos, la asertividad debe llevar a trabajar, conscientemente, hacia una solución en la que todas las partes encuentren satisfacción a sus necesidades como sea posible, asimismo, implica un reconocimiento de autorresponsabilidad con respecto a las consecuencias que pueden resultar de la expresión de las propias emociones.
Para finalizar, la prevención de conductas disruptivas y violentas es posible e indispensable. Para tener éxito, es prioritario estrategias educativo-preventivas, entre las que destacan:

-La educación en valores e incremento de factores de protección en la infancia y la adolescencia. En estos últimos comportamientos resilientes.

-El acompañamiento familiar, entendido como una actitud de vida que debe ser un referente continuo a conductas y comportamientos de protección.
 
-La promoción de competencias sociales en todos los miembros de la familia.
 
-La promoción de competencias académicas en los niños, niñas y adolescentes de manera que los niveles y modalidades educativos fomenten el cumplimiento de objetivos, de resoluciones personales de desarrollo y de alcances cada vez por los más altos niveles de logro personal y en equipo.
 
Referencias:

Covadonga, M. (2001).Factores Familiares vinculados al bajo rendimiento escolar. Revista Complutense de Educación [Revista en Línea]
 
Osorio, A. & Álvarez, A. (2004) Introducción a la Salud Familiar- San José, Costa Rica: Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social (CENDEISSS).
 
Sanz, I. (2010). La Familia como factor protector o de riesgo del aprendizaje y desarrollo en general de los niños y las niñas. En: DISCAPACIDAD DIGITAL IBSN: 1-70-770-2608. [Documento en Línea] Disponible en: http://discapacidaddigital.blogspot.com. [Consulta: 2013, 04 Octubre].
 
Sanz, I. (2011). El Microsistema Familiar como Unidad de Análisis. Material Mimeografiado. Caracas: Autora.

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MANIFESTACIONES DE CONDUCTAS DE ADAPTACIÓN DISFUNCIONAL QUE COLOCAN A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COMPORTAMIENTOS POCO ASERTIVOS, DISRUPTIVOS Y VIOLENTOS. PARTE V

  En esta quinta entrega, se presentarán otras tres manifestaciones conductuales que sobrellevan a una adaptación poco eficaz en los niños, las niñas y adolescentes generados, en su mayoría, por precisos estilos parentales pocos asertivos. Tales comportamientos son: (a) Comportamiento poco empático, (b) Reducida Capacidad reducida para asumir errores y (c) Modos de Comunicación poco positivos.

*Comportamiento poco empático, niños, niñas y jóvenes con padres y madres “ausentes-presentes” emocional o de manera física, son poco capaces de considerar las necesidades de los demás, asimismo, el reflexionar si una acción suya rebasará el límite que les confieren los demás su propio derecho,  en tanto,  desconoce el modo de hacer contacto asertivamente y muy fácilmente pueden incurrir en conductas infractoras.

*Capacidad reducida para asumir errores, niños, niñas y adolescentes que provienen de familias sobreprotectoras así como los/las que han sido educados/as bajo normas disciplinarias extremas, presentan dificultades para enfrentar y asumir sus errores. Los primeros, no tienen costumbre de hacerse responsables de sus actos y los segundos, no enfrentan sus desaciertos por miedo a la medida disciplinaria. Se destaca que en ambos tipos de estilos parentales, los padres y madres impiden que sus hijos e hijas aprendan de los errores cometidos y generen comportamientos resilientes (capacidad se superar adversidades).

*Modos de comunicación pocos positivos, en familias en las que la comunicación excluye el conocimiento e intercambio de ideas, valores, actitudes y emociones, es frecuente que se propicie la crítica, la acumulación de pensamientos negativos- presentes y futuros- y las generalizaciones, condiciones éstas que determinan tanto la pobre percepción que de sí mismos tienen niños, niñas y adolescentes, como su pobres estima y la forma inadecuada de enfrentar los problemas.
 
Referencias:

Covadonga, M. (2001).Factores Familiares vinculados al bajo rendimiento escolar. Revista Complutense de Educación [Revista en Línea]

Osorio, A. & Álvarez, A. (2004) Introducción a la Salud Familiar- San José, Costa Rica: Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social (CENDEISSS).

Sanz, I. (2010). La Familia como factor protector o de riesgo del aprendizaje y desarrollo en general de los niños y las niñas. En: DISCAPACIDAD DIGITAL IBSN: 1-70-770-2608. [Documento en Línea] Disponible en: http://discapacidaddigital.blogspot.com. [Consulta: 2014, 04 Agosto]. 

Sanz, I. (2011). El Microsistema Familiar como Unidad de Análisis. Material Mimeografiado. Caracas: Autora.
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MANIFESTACIONES DE CONDUCTAS DE ADAPTACIÓN DISFUNCIONAL QUE COLOCAN A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COMPORTAMIENTOS POCO ASERTIVOS, DISRUPTIVOS Y VIOLENTOS. PARTE IV

     En esta cuarta entrega, se continúan presentando tres manifestaciones conductuales que sobrellevan a una relación y adaptación poco funcional en los niños, las niñas y adolescentes que son concluyentes de estilos parentales escasamente asertivos. Estos comportamientos son: Desobediencia, Irresponsabilidad y Rebeldía.




Desobediencia , el favorecer de manera óptima el desarrollo paulatino de: habilidades sociales, identidad, capacidad de juicio y autonomía, en niños, niñas y adolescentes, supone que los padres y madres lleven a cabo procesos de control y supervisión que favorezcan el respeto de límites establecidos y que garanticen, a los primeros, el mantenimiento dentro de espacios y experiencias que les den seguridad física, emocional y psicológica. Las causas de que los padres y madres pierdan el control sobre las actividades de sus hijos e hijas pueden encontrarse en: 

-Negligencia y falta de interés. 

 
-Ineficiente organización familiar, lo que supone que los miembros del grupo tienen dificultades para ajustarse a las normas establecidas, ya que, la desobediencia no compromete una consecuencia.
 
-Ausencia de información, que impide a los padres y madres enterarse de las características e inquietudes propias de la niñez y la adolescencia y su paso entre las dos, lo que ocasiona que los intercambios verbales y emocionales en la familia se desequilibren.
 
-Crítica y descalificaciones constante como única forma de interacción y formación con los hijos e hijas.
 
En cualquier caso, se trata de condiciones que cierran los procesos efectivos de comunicación y reducen la posibilidad de que padres y madres conozcan necesidades, deseos, planes y actividades de sus hijos e hijas, motivo por el que niños, niñas y adolescentes optan por establecer relaciones al margen de la supervisión paterna, con lo que se incrementan los riesgos, ya que, no cuentan con el acompañamiento de las figuras parentales.
 
Irresponsabilidad, cuando los padres y las madres tienen dificultades en asumir sus roles parentales o para llevar a cabo sus funciones, están propiciando la desorganización familiar, en tanto, son comportamientos irresponsables y poco participativos, en los que cada miembro de la familia hace lo que quiere, llega a la casa a la hora que le apetece, ninguno respeta normas disciplinarias y en menor peso los acuerdos y se evita el cumplimiento de las obligaciones, entre otros. En consecuencia, niños, niñas y adolescentes no sólo adoptan estos comportamientos con facilidad, sino que los reproducirán, porque es el único marco de referencia que tienen trasladándolos a otros ámbitos de su desarrollo, como la escuela, su comunidad y en concreto su grupo de amigos.
 
Rebeldía, cuando los padres y las madres, adoptan un estilo parental rígido con el cumplimiento de la disciplina, pueden propiciar actos de rebeldía que equivalen a un rechazo intenso de las normas; por el contrario, cuando este estilo parental es muy flexible, estimula a que niños, niñas y adolescentes no desarrollen valores ni pautas de comportamiento acordes a lo socialmente aceptado, motivo por el que, frecuentemente, transgreden límites y optan por la violencia.
 
Finalmente, cuando los padres y las madres desconocen que son modelo de conducta, la primera referencia y la más inmediata para sus hijos e hijas, provocan confusión, carencia de límites, ruptura de reglas y con mayor facilidad, la generación de conductas violentas, en tanto, niños, niñas y adolescentes aprenden de los adultos significativos pautas de comportamiento que, apoyadas en algunas afirmaciones verbales, se convierten en normas de conductas adaptadas a los propios valores e intereses.
 
Referencias:

Covadonga, M. (2001).Factores Familiares vinculados al bajo rendimiento escolar. Revista Complutense de Educación [Revista en Línea]
 
Osorio, A. & Álvarez, A. (2004) Introducción a la Salud Familiar- San José, Costa Rica: Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social (CENDEISSS).
 
Sanz, I. (2010). La Familia como factor protector o de riesgo del aprendizaje y desarrollo en general de los niños y las niñas. En: DISCAPACIDAD DIGITAL IBSN: 1-70-770-2608. [Documento en Línea] Disponible en: http://discapacidaddigital.blogspot.com. [Consulta: 2013, 04 Octubre].
 
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MANIFESTACIONES DE CONDUCTAS DE ADAPTACIÓN DISFUNCIONAL QUE COLOCAN A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COMPORTAMIENTOS POCO ASERTIVOS, DISRUPTIVOS Y VIOLENTOS. PARTE III

     En esta tercera entrega, se presentarán tres manifestaciones conductuales que conllevan a una adaptación poco funcional en los niños, las niñas y adolescentes con determinantes, en su mayoría, de estilos parentales pocos asertivos. Son tales comportamientos: (a) Apatía, rabia, desaliento y poca motivación al logro, (b) Indiferencia y (c) Poca tolerancia a la frustración.





*Apatía, rabia, desaliento y poca motivación al logro, distinguen algunas de las respuestas que, principalmente, los y las adolescentes suelen dar a los problemas que el desarrollo de su identidad les plantea. En este sentido, es necesaria la intervención parental, desde un acompañamiento cercano y emotivo, promotor de las capacidades personales propias de la vida adulta (análisis, síntesis, capacidad de juicio y de resolución de problemas,…) ante los acontecimientos que se les plantea. 

     De igual modo, tales comportamientos pueden responder al estilo educativo adoptado por los padres y las madres, en tanto, demuestran poco o nulo interés hacia sus hijos e hijas, tampoco están atentos a sus necesidades, competencias o limitaciones. Este estilo parental asumido por los primeros, impiden que los segundos desarrollen un adecuado autoconcepto, promueve un desconocimiento de sí y posibilitan el enfrentamiento a situaciones estresantes, frustrantes, susceptibles de transformarse en un manejo inadecuado de las emociones que conlleva entonces a comportamientos pasivos, disruptivos y violentos.
 
     Por otro lado, cuando hijos e hijas son educados bajo el modelo permisivo-protector, los padres y las madres no promueven que sus hijos e hijas desarrollen habilidades de organización, planeación, análisis y síntesis de su entorno, lo que limita sus posibilidades de proyectar un plan de vida y puede generar el no cierre de eventos, trayendo, entonces, un entramar de acontecimientos de vida inconclusos.
 
*Indiferencia, se evidencia cuando el hijo e hija, bajo un deseo constante de reconocimiento, se le dificulta complacer a los padres y las madres; o bien cuando se trata de padres y madres, escasamente emotivos o que procuran una atención poco cercana a los hijos e hijas; éstos/as perciben un desinterés que los hace optar por estilos de respuesta como la negligencia, la apatía y la indiferencia, demostrando con ello su deseo de no competir más por el reconocimiento. Estos actos pueden llevar a niños, niñas y adolescentes a otros comportamientos o actitudes como la inactividad y el abandono, con los que demuestran su escasa dependencia de la gratificación proveniente de los demás.
 
     Cabe destacar, que usualmente, los y las adolescentes mantienen estos rasgos de desidia también con respecto a la sociedad, lo que origina que tengan problemas de adaptación: son tratados de manera diferente o incluso rechazados, incrementando la posibilidad de ser marginados o excluidos, condición a la que responden con niveles de desacuerdo social que pueden incluir la agresión y la comisión de otras conductas de riesgo.
 
*Poca tolerancia a la frustración, esta manifestación va en respuesta a los padres y madres sobreprotectores o incoherentes en el actuar disciplinar, en tanto, frena la adquisición de adecuadas formas de afrontar los problemas, además de limitar o frenar el desarrollo de las habilidades de socialización. El desacuerdo entre las figuras parentales o impedir que hijos e hijas asuman retos y responsabilidades o evitar enseñarles a enfocar las emociones de manera constructiva, fomentan en niños, niñas y adolescentes un manejo poco asertivo del control emocional, conllevando hacia una escasa tolerancia a la frustración y disminución de la capacidad para detenerse en la gratificación, como también el ser demandantes de sus padres.
 
     Para finalizar, cabe destacar que los niños, niñas y adolescentes con estas características son incapaces de autorregular sus emociones: fácilmente pasan de la angustia a la ira o del miedo a la necesidad de venganza, sin que medie análisis previo, simplemente, dan una respuesta emocional a la tensión originada por su incapacidad para tolerar que el mundo no sea como ellos o ellas lo esperan. En este sentido, desatender las normas se convierte para ellos en una manera de llamar la atención de sus padres y madres, de los que exigen la inmediata satisfacción de sus necesidades.

Referencias:

Covadonga, M. (2001).Factores Familiares vinculados al bajo rendimiento escolar. Revista Complutense de Educación [Revista en Línea].

Osorio, A. & Álvarez, A. (2004) Introducción a la Salud Familiar- San José, Costa Rica: Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social (CENDEISSS).

Sanz, I. (2010). La Familia como factor protector o de riesgo del aprendizaje y desarrollo en general de los niños y las niñas. En: DISCAPACIDAD DIGITAL IBSN: 1-70-770-2608. [Documento en Línea] Disponible en: http://discapacidaddigital.blogspot.com. [Consulta: 2014, 06 Febrero]. 

Sanz, I. (2011). El Microsistema Familiar como Unidad de Análisis. Material Mimeografiado. Caracas: Autora.

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MANIFESTACIONES DE CONDUCTAS DE ADAPTACIÓN DISFUNCIONAL QUE COLOCAN A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COMPORTAMIENTOS POCO ASERTIVOS, DISRUPTIVOS Y VIOLENTOS. PARTE II

     El adoptar una conducta de adaptación disfuncional conlleva a que el niño, la niña y adolescente tengan complicaciones y dificultades en las relaciones consigo mismo y sociales. Impide una adecuada integración en cualquier ambiente. De manera que, el estudio y la minimización de las manifestaciones conductas de adaptación disfuncional es una tarea de todos: familia, escuela y sociedad. En esta segunda entrega, se presentarán para su reflexión las siguientes: IMPULSIVIDAD, COMPORTAMIENTO AGRESIVO, VIOLENTO Y /O DESAFIANTE, y PROBLEMAS DE IDENTIFICACIÓN CON SU GRUPO FAMILIAR.



*Impulsividad, en el intento por superar la inseguridad, niños, niñas y adolescentes llevan a cabo actos temerarios y perturbadores que tienen el objetivo proporcionarles reconocimiento y autoafirmación. La inestabilidad es producto de la irregularidad con la que se llevan a cabo las normas y sus consecuencias en el seno de la dinámica familiar. Así por ejemplo, familias en las que: (a) uno de los padres desconoce la autoridad del otro, (b) existe desorganización e incongruencia en la forma en que lideran los estilos educativos y (c) no existe supervisión, ello, conlleva a que niños, niñas y adolescentes no identifiquen la forma adecuada de actuar en cada circunstancia y agraven sus comportamientos.

*Comportamiento agresivo, violento y /o desafiante, las familias que pretenden corregir a través de la violencia, provocan que el inadecuado comportamiento de niños, niñas y adolescentes se repita, lo que a su vez hace que los padres y las madres abusen de este método y fácilmente caigan en la agresión, ya que, conforme avanza el tiempo, el mismo se minimiza en su efecto y se busca lograr la “eficacia” inicial. El maltrato y la agresión provocan que se descarten otras maneras de resolución de conflictos y convidan a que se disminuyan todas las formas de interacción positiva entre padres, madres e hijos.

     El proceder desafiante, por su parte, puede equipararse a la búsqueda de los verdaderos límites de las normas. Para los niños, las niñas y adolescente queda claro, en tanto, no se aplican de manera sistemática y coherente las consecuencias de la desobediencia, que sobrepasar los límites es una forma adecuada de suavizarlos. El desafío, es entonces, la respuesta a los actos arbitrarios y abusivos de algunos padres.
  
     La crianza poco afectiva, basada en la descalificación, el abuso y el rechazo, provoca que niños, niñas y adolescentes conciban al mundo como hostil e impredecible, creencia que los hacen ser desconfiados, incrementando su sensibilidad, por lo que, permanentemente, se mostrarán vigilantes de los estímulos negativos a los que responderán de forma impulsiva y agresiva. Este estilo educativo provoca escaso apego familiar por parte de los hijos e hijas, los que serán evasivos en sus interacciones y demostrarán poca empatía y ocupación por los demás, resultando la manifestación de comportamientos oportunistas y agresivos.

*Problemas de identificación con su grupo familiar, los niños, niñas y adolescentes con familias que implementan estilos educativos poco eficientes o nulos, tienen dificultades para mantenerse unidos a su grupo, en tanto, no se desarrolla un sistema de valores y creencias prospectivo y no se introyectan ni se asume el sistema normativo de la familia, por lo que se evita el asumir la responsabilidad con el logro de los objetivos comunes. Los niños, niñas y adolescentes se sienten insatisfechos/as con el manejo que se da a las emociones en su familia, por lo tanto, satisfacen sus necesidades de pertenencia a través de sus pares, fuera de la casa familiar y lejos del control parental.
     Con su grupo de pares, además de evadir la problemática familiar, niños, niñas y adolescentes adoptarán comportamientos que les garantizarán aceptación, pertenencia, identidad, incremento de su autoestima, entre otros, llamados Comportamientos de Inclusión, mismos que están asociados al uso inadecuado del tiempo libre y a la posibilidad de ser influidos por pares negativos. Entre los comportamientos de inclusión, destacan:


      ••Deserción escolar, actividad sexual temprana, consumo experimental de cigarro, drogas y alcohol: la importancia de la familia en el comportamiento disruptivo y violento de niños, niñas y adolescentes está fuera de toda duda. De hecho, cuando la población infantil y juvenil inicia con este tipo de conductas existe el riesgo de que se incremente su frecuencia y gravedad, así como que se combinen entre sí, hasta el punto de propiciar reiterados comportamientos disruptivos, que pueden transformarse hasta convertirse en conducta infractora.


   ••Comportamientos Disruptivos: son formas negativas de relación, como la violencia, las descalificaciones, las agresiones físicas y verbales, así como los métodos de corrección basados en los anteriores. Ellos, producen en niños, niñas y adolescentes cambios que parecieran ser pasajeros, pero que a medida que se entrelazan con otras condiciones, se vuelven cotidianos.

     Es necesario que los padres y las madres distingan entre la corrección de una conducta y el maltrato: mientras la disciplina tiene por objeto ubicar a los hijos e hijas en la realidad y en que conozcan las consecuencias de sus actos, el maltrato, que frecuentemente se justifica como un medio para educar, es utilizado para corregir conductas indeseables a través de medidas que provocan profundas heridas físicas y emocionales, que posteriormente, verán afectada la autoimagen y autoestima y en consecuencia, la seguridad en los hijos e hijas. Al tiempo que dicho “comportamiento corregido” se repetirá e incluso, se agravará.

     ••Actuar violentamente y consumir sustancias adictivas: el sistema de valores de niños, niñas y adolescentes se construye a partir del modelaje y ejemplo, motivo por el que los padres y las madres deben ser el referente conductual de sus hijos e hijas; sólo así lograrán que niños, niñas y adolescentes construyan un sistema de valores que tenga el soporte necesario para garantizar adecuados niveles de adaptación favorable al medio. Cuando las figuras parentales toleran el consumo de tóxicos por parte de hermanos/as mayores u otros familiares y cuando ellos/as mismos/as son consumidores/as de sustancias adictivas, se propicia la generación de conductas cada vez más permisivas, ya que, no existe un límite.
 
     Finalmente, el entorno familiar de riesgo puede ser la esfera principal en la que se aprende el comportamiento poco asertivo, disruptivo y violentos, ya que, la misma desempeña una influencia fundamental en la conducta adaptativa del niño la niña y adolescente, es allí donde se disponen de muchas oportunidades para observar modelos de actuación inadecuados.

Referencias:

Covadonga, M. (2001).Factores Familiares vinculados al bajo rendimiento escolar. Revista Complutense de Educación [Revista en Línea]

Osorio, A. & Álvarez, A. (2004) Introducción a la Salud Familiar- San José, Costa Rica: Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social (CENDEISSS).

Sanz, I. (2010). La Familia como factor protector o de riesgo del aprendizaje y desarrollo en general de los niños y las niñas. En: DISCAPACIDAD DIGITAL IBSN: 1-70-770-2608. [Documento en Línea] Disponible en: http://discapacidaddigital.blogspot.com. [Consulta: 2013, 04 Octubre].

Sanz, I. (2011). El Microsistema Familiar como Unidad de Análisis. Material Mimeografiado. Caracas: Autora.


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MANIFESTACIONES DE CONDUCTAS DE ADAPTACIÓN DISFUNCIONAL QUE COLOCAN A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN COMPORTAMIENTOS POCO ASERTIVOS, DISRUPTIVOS Y VIOLENTOS. PARTE I

     La experiencia en el trabajo familiar, me ha permitido identificar una serie de actuaciones en niños, niñas y adolescentes que, combinados, determinan la existencia de conductas poco adaptativas, disruptivas y violentas. En una serie de artículos, se detallarán sólo aquéllas que evidencian niveles de adaptación disfuncional, susceptible de colocar a niños, niñas y adolescentes en la posibilidad de incurrir en comportamientos inestables, inseguros y violentos y en la manera en que los factores de riesgo familiares los determinan. En la primera entrega, se presentarán: Estereotipos de Género, Rezagos en la Adquisición de la Habilidades de Comunicación, Incoherencia de Juicios y Timidez e Inseguridad.
*Estereotipos de género, desde la educación en la familia, los niños, las niñas y adolescentes aprenden cuando son aceptables o rechazadas ciertas emociones, también aprenden a minimizar o a exagerar otras o bien a reemplazarlas o a reprimirlas. Asimismo, modelan comportamientos y formas de afrontar la realidad que pueden colocarlos en posición de riesgo. Por ejemplo, en el caso de los niños: (a) aprenden a no prestar atención a emociones como el miedo o la inseguridad, en tanto, se les insiste en que los hombres ‘no lloran’ o que los ‘hombrecitos’ deben ser temerarios, atrevidos y hasta desconsiderados con los demás. En el caso de las niñas, todavía se observa, que: (a) se les educa para mantenerse dentro de los límites del hogar, (b) no contradicen lo que se les dice, en el sentido, que se les insiste en que toda ‘mujercita’ ha de ser complaciente, servicial y atenta. Estos, “elementos de educación”, distorsionan la visión del rol que se desempeña y moldea a reproducir comportamientos: violentos, sumisos, así como rebelarse contra ello, pero de replicando el modo antes aprendido.
*Rezagos en la adquisición de habilidades de comunicación oral y escrita, la demora en adquirir tales habilidades repercute, directamente, en la conducta infantil y juvenil, ya que, merma su capacidad de análisis, de elaborar juicios, de medir consecuencias y de resolver problemas. En familias en las que los contactos entre sus miembros se limitan a aspectos formales como el cumplimiento de obligaciones, donde los padres y las madres no tienen tiempo para el desarrollo de valores o bien no se intercambian experiencias, puntos de vista y emociones, niños, niñas y adolescentes carecen de suficientes competencias para organizar, planear y analizar las situaciones a las que se enfrentan, limitándose para proyectarse a futuro y pone de manifiesto la poca capacidad para resolver problemas, condición que les origina dificultades al interactuar en el plano extrafamiliar (escuela, comunidad y sociedad).
     Por otra parte, cuando los padres y las madres son sobreprotectores y evitan colocar a sus hijos e hijas en situaciones que pudieran ocasionarles frustración, colaboran involuntariamente al desarrollo tardío de competencias como el lenguaje, lo que incidirá en ausencia o rezagadas habilidades sociales, como también, en la capacidad para llegar a acuerdos, condición necesaria para la resolución adecuada de problemas, eventos y requerimientos en los contexto de desarrollo (familia, escuela, comunidad y sociedad).
*Incoherencias de juicio, en la familia, a través del amor y el saberse importantes, niños, niñas y adolescentes aprenden autocuidados y adquieren la autoimagen y el autoconcepto necesarios para la construcción de una autoestima saludable. Lo contrario, supone problemas de adaptación al medio y problemas de juicio.
     En este sentido, contar con adecuada capacidad de juicio supone que niños, niñas y adolescentes reconozcan en su interacción las consecuencias de sus actos y que posean la capacidad para plantear soluciones a los problemas que se les presentan. Si los padres y las madres no promueven que sus hijos e hijas sean autónomos y aprendan paulatinamente a tomar decisiones y a asumir sus consecuencias, más sí, los enjuician descalificándolos y desvalorizándolos constantemente, obstaculizan la posibilidad de aprender a resolver conflictos.
*Timidez e inseguridad, los padres y madres sobreprotectores, que prolongan los cuidados infantiles y hacen por sus hijos e hijas todo lo que ellos y ellas pueden hacer por sí mismos/as, propician limitaciones para desarrollar plenamente las habilidades y destrezas adaptativas como emocionales propias de cada etapa evolutiva y evitan el enfrentarse a los requerimientos que la socialización supone, obstaculizando el proceso de independencia. Como resultado, los niños, niñas y adolescentes presentarán problemas para desenvolverse en su medio, serán tímidos e inseguros y, debido a que no aprendieron a enfrentar los obstáculos propios del crecimiento, carecerán de las habilidades sociales necesarias para oponerse a la influencia de sus pares.
     Asimismo, los padres y madres con estilos educativos autoritarios, muy estrictos o dominantes, que exigen obedecer por imposición, impiden el aprendizaje de análisis que facilita la adecuada introyección de normas y límites. Se preocupan tanto por el respeto a la norma, que dejan de interesarse por sus emociones y deseos, con lo que impiden la identificación y el desarrollo de competencias sociales. Estos padres y madres suelen ser perfeccionistas, consideran que cualquier esfuerzo realizado por sus hijos e hijas es insuficiente, circunstancia con la que garantizan en éstos una baja autoestima, motivo por el que buscarán, permanentemente, la aprobación y aceptación de sus pares y serán altamente vulnerables a su influencia.
     Por su parte, los padres y madres con estilos educativos indiferentes, distantes o desapegados, generan pocas o ausentes relaciones afectivas intensas y gratificantes al interior de la familia, desconocen las habilidades de sus hijos e hijas, propician que niños, niñas y adolescentes se sientan desamparados, abandonados y poco importantes, lo que afectará su autoconcepto y por lo general buscarán aceptación en sus pares.
     En la interacción con sus pares, la identificación y pertenencia a un grupo y la consecuente búsqueda de su aprobación y aceptación, los niños, niñas y adolescentes tímidos e inseguros se enfrentan a diferentes obstáculos: uno de ellos será oponer resistencia a los abusos e injusticias de que sean sujetos, lo que les parecerá difícil, dado que poseen un bajo autoconcepto y estima. Otro, consistirá en oponer resistencia a la influencia de sus pares, conduciéndolos a pocos o nulos contactos sociales y con sus pares, motivo por el que no tendrán la posibilidad de someter su sistema de valores al análisis, o de exponerlo al escrutinio social, lo que les impedirá desplegar su capacidad de juicio.
     En síntesis, la posibilidad de que niños, niñas y adolescentes sean influidos por pares negativos, se incrementa cuando provienen de familias en las que los padres y madres educan desde la relación del género estereotipado, no se comunican asertivamente, ni promueven la toma de conciencia y el desarrollo de sus fortalezas y competencias.

Referencias:

Covadonga, M. (2001).Factores Familiares vinculados al bajo rendimiento escolar. Revista Complutense de Educación [Revista en Línea]
Osorio, A. & Álvarez, A. (2004) Introducción a la Salud Familiar- San José, Costa Rica: Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social (CENDEISSS).
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